miércoles, 26 de diciembre de 2012

El expolio de las Cajas (VI): De díscolo presidente a un retiro dorado en el Hospital de Burgos


 La peripecia seguida por Caja Burgos hasta ser absorbida el pasado mes de marzo por La Caixa es imposible de entender sin conocer la trayectoria personal de José María Arribas, el empresario que ha presidido dicha entidad burgalesa durante doce años.


José Mª Arribas y J.V. Herrera


 Militante de Alianza Popular en los años ochenta, fue uno de los cuatro procuradores de las Cortes de Castilla y León que el 14 de diciembre de 1987 votaron en contra de la Ley de Sedes de las instituciones autonómicas promovida por el entonces presidente de la Junta, José María Aznar.
 De resultas de ese voto, con el que manifestaba su oposición a que la Junta y las Cortes fijaran oficialmente su sede en Valladolid, Arribas renunció al escaño, inmolándose en aras de un burgalesismo asentado sobre el viejo lema “Burgos, cabeza de Castilla”. El dato es relevante para comprender su negativa, veinte años más tarde, a que la Caja de Burgos respaldara la iniciativa de la Junta de integrar en un solo proyecto a las seis cajas de ahorro de la comunidad.

 Tras aquella dimisión, Arribas, que había presidido la caja burgalesa entre 1983 y 1987, centró su actividad en el mundo empresarial, convirtiéndose en presidente de la FAE, la patronal provincial. Este cargo le serviría de plataforma para montar una candidatura independiente que sería la mas votada por los impositores de la Caja en las elecciones celebradas en 2003 para renovar los órganos de la entidad de ahorro. Con el aval que le proporciona ese resultado electoral, Arribas regresa así a la presidencia de la Caja, ello para chasco del PP de Burgos, que apoyaba la reelección en el cargo del entonces procurador Eduardo Francés. Y la misma historia se reproduce en 2006, la última vez en que volvían a celebrarse elecciones en las Cajas.


Leoncio García y José Mª Arribas
En esa independencia política refrendada por los impositores se sustenta el fuerte presidencialismo ejercido por Arribas en su segunda etapa (2003-2011) al frente de Caja Burgos, así como los diferentes pulsos políticos librados con el gobierno de Juan Vicente Herrera. De entrada, en 2008 se opone a la integración de la Caja burgalesa en el plan patrocinado al alimón por la Junta y el PSOE, oposición a la que se suma asimismo la FAE, cuyos hilos seguía manejando. Y aunque más tarde, en 2009, presionado por el Banco de España, accede a negociar una fusión a tres con Caja España y Caja Duero, en el último momento se descuelga de la operación, dejando a todos con un palmo de narices.

Queda entonces definitivamente claro que Arribas no quiere cuentas con ninguna otra caja de Castilla y León. Y pronto se desvela que el plan B consistía en aliarse con Caja Navarra y Caja Canarias en lo que se va denominar Banca Cívica. Una vez más, Arribas se sale con la suya e impone su voluntad a la Junta, que acaba pasando por el aro, intentando de paso, sin ningún éxito, que Caja Segovia y Caja Ávila, se sumen a ese mismo proyecto.

 Con el tiempo se conocería que, coincidiendo con la adhesión de Caja Burgos a Banca Cívica, Arribas obtuvo de Caja Navarra dos prestamos por importe de 2,44 millones de euros, hecho denunciado por el PP navarro, que calificó de “extraña” y “atípica” dicha operación crediticia. En ese momento, año 2010, Arribas tenía vivos con la propia Caja Burgos créditos por un montante de 8,8 millones de euros.


Sede de Caixabank, banco propietario de Caja Burgos
 En junio de 2011, semanas después de conocerse sus créditos con Caja Navarra, Arribas decide abandonar la presidencia de Caja Burgos. Y muy pocos días más tarde lo hace el director general, Leoncio García, quién para no ser menos que sus antiguos colegas de Caja España y Caja Duero, se prejubila con 1,3 millones de euros. La aventura-desventura de Caja Burgos tiene su colofón en marzo de este mismo año, momento en el que La Caixa (Caixabank) absorbe a precio casi de saldo a todo el grupo Banca Cívica, al que se había incorporado posteriormente la andaluza Caja Sol.

 Con todos estos antecedentes, lo normal que José María Arribas se hubiera desvinculado por completo de la antigua Caja Burgos. Pero no ha sido así. Su abandono de la presidencia y de los demás órganos de la entidad no ha incluido la renuncia a su puesto de presidente de la empresa concesionaria del nuevo Hospital de Burgos, al que había accedido en representación de la caja burgalesa. Caixabank y el resto de los accionistas le han mantenido, al menos de momento, en dicho puesto, que no es precisamente honorífico, ya que se trata de una presidencia ejecutiva remunerada con unos 6.000 euros mensuales.

 A sus 68 años, el díscolo ex presidente de la caja burgalesa ha encontrado en el polémico hospital burgalés un retiro dorado, proporcionado indirectamente por la propia Junta a través del canon anual abonado a dicha empresa, cuya cuantía se ha disparado desde los 38 millones previstos en la adjudicación (año 2006) a los más de 71 contemplados en los Presupuestos de la Comunidad de 2013. Una vez más, vivir para ver.