lunes, 18 de febrero de 2013

Encantados de conocerse

 Que la clase política -especialmente la que engrosan los dos principales partidos- no está dispuesta a apearse de sus privilegios y prebendas, es algo que estamos viendo cada día con obscena  evidencia. Pero además de eso y pese al abismo que se ha abierto entre ella y la ciudadanía, sigue sin entonar ningún “mea culpa” y mucho menos  mostrar cualquier propósito de enmienda. La palabra catarsis está excluida de su particular diccionario, en el que, como ha denunciado una ocurrente pintada, el verbo “dimitir” se toma por un nombre de pila muy común en Rusia.


 Viven en su burbuja y no están dispuestos bajo ningún concepto a que la realidad perturbe su placentera existencia. Lo estamos viendo estos días en Castilla y León con ocasión del próximo 30 aniversario del Estatuto. En un momento en el que el Estado de las Autonomías está hecho unos zorros y esta comunidad hace aguas por todas partes, nuestros políticos, tanto los que gobiernan como los de la oposición, están encantados de haber compartido el “éxito” de estas tres décadas. Ni el menor asomo de autocrítica ante la cruda realidad que aqueja a castellanos y leoneses.

Concentración de protesta ante las Cortes
 Y esa tozuda realidad indica que llevamos tres años seguidos perdiendo población (12.375 habitantes menos en el último padrón) y que miles de jóvenes abandonan cada año la comunidad buscando un porvenir que aquí no tienen. Que, pese a lo anterior, la tasa regional de desempleo supera ya el 20 por ciento y el paro registrado ha alcanzado el número de 245.877 demandantes de empleo. Que la deuda pública de la Junta se ha disparado por encima de los 6.000 millones de euros y que sus intereses y amortización nos van a costar este año 882 millones de euros. Que los Presupuestos autonómicos recortan en 2013 el gasto social (Sanidad, Educación y Familia) en otros 340 millones de euros…

Un análisis mínimamente crítico conduce a la conclusión de que, desde que se redujo el maná de los fondos europeos, esta comunidad no levanta cabeza. Y de que, en cuanto ha arreciado la crisis, han aflorado sus carencias estructurales. En 30 años de Autonomía no se ha diseñado un modelo de desarrollo propio y para colmo se ha dejado ir al garete el gran potencial que encerraba el ahorro.

 La vertebración política, social y territorial de Castilla y León sigue siendo una asignatura pendiente en la que, lejos de avanzar, hemos ido retrocediendo. El sentimiento ciudadano de pertenencia a la comunidad es ínfimo, y no solo ya en León, sino prácticamente en todas las demás provincias. ¿Se han dado cuenta de que hace años que nadie se atreve a realizar ninguna encuesta sobre la evolución de nuestra “conciencia autonómica”?

Procuradores socialistas en un pleno de las Cortes
La liquidación en almoneda de las Cajas de Ahorro es un fiel reflejo de la insolvencia política que padece esta comunidad, donde el PP ha establecido un régimen clientelar en el que está atrapada la propia oposición, resignada en la práctica al triste papel de comparsa. Resulta patético -a la par que muy cínico- oír al PSOE quejarse lastimeramente de que el PP y su rodillo parlamentario les impiden ejercer la labor de control a la Junta. Siendo cierto ese obstruccionismo del PP, olvidan los socialistas sus muchas omisiones voluntarias en ese deber de control, renuncias asociadas a los  enjuagues y trapicheos pactados nunca se ha sabido bien a cambio de qué. Muy reciente está la última componenda PP-PSOE para ocultar los sobresueldos encubiertos que, en distintas modalidades y cuantías, cobran prácticamente todos los procuradores de ambos partidos.

 Y hablando de fracasos, otro que no admite discusión es el de la última reforma del Estatuto de Autonomía, aprobada hace poco más de cinco años. Algunos señalamos en su momento que era una reforma innecesaria que no aportaba nada sustancial como no fuera el traspaso a la Junta de la gestión de la cuenca del Duero.
 Abortada esa pretensión por el Tribunal Constitucional, dicha reforma quedó en completo agua de borrajas. Ni sirvió para mejorar la financiación autonómica, como se nos vendió en su momento, ni ha supuesto avance de ningún tipo, a excepción de reconocer la Renta Garantizada de Ciudadanía, derecho que se podía haber regulado sin necesidad de tocar el Estatuto. Para mayor frustración, se ha abandonado sin explicación el Plan de Convergencia Interior que debía contribuir a corregir los crecientes desequilibrios territoriales internos de la comunidad.

Juan Vicente Herrera durante un pleno de las Cortes
El "Bocyl bis" de la comunidad se ha referido a José Antonio de Santiago-Juárez, la mano que mece el diván presidencial, como el “artífice” de esta última reforma estatutaria. Así que ya sabemos quien se reconoce padre de tan deslumbrante “éxito”. Pero lo peor no es que esa  reforma del Estatuto haya fracasado clamorosamente, sino que su inspirador ha puesto ahora en marcha el proceso para desnaturalizar las instituciones autonómicas de participación, consulta y control creadas con anterioridad. 
Con la coartada de una falsa austeridad, la reforma de dichas instituciones (Consejos de Cuentas y Consultivo, CES y Procurador del Común) no persigue si no degradar aún mas la maltrecha calidad democrática de esta comunidad. La del CES es una puñalada trapera al diálogo social y la de los Consejos, un descarado intento de rebajar el control previo de legalidad y la fiscalización de las cuentas de la Junta.

Solo falta que el PSOE de Julio Villarrubia se doblegue una vez más y legitime semejante retroceso democrático. Vistos los antecedentes, nada me extrañaría.