lunes, 18 de marzo de 2013

El expolio de las Cajas (X): Cuanta más ruina, mayor mamoneo


En la cueva de Ali Babá en que degeneraron las Cajas de Ahorro en sus últimos años  ha sido muy frecuente que los consejeros y ejecutivos que más habían contribuido a arruinarlas fueran a su vez los que más tajada sacaban de ellas, ya fuera mediante remuneraciones de todo tipo, créditos, indemnizaciones y demás prebendas, incluidos esos viajes “gratis total” con derecho a cónyuge o, en su caso, acompañante.


 Muy sonado fue el caso de la CAM, cuya directora general, María Dolores Amorós, tras disfrutar en activo de un sueldo de 600.000 euros, se agenció al abandonar la entidad una pensión vitalicia de 370.000 euros anuales, y cuyo presidente, Modesto Crespo, se levantó en dos años mas de 640.000 euros en dietas. Y sobradamente conocidas son las millonarias indemnizaciones de los antiguos directivos de las cajas gallegas o los sueldos de Rodrigo Rato y compañeros de desventura en Bankia-BFA, entre ellos el segoviano Atilano Soto y el abulense de Agustín González.

Escribano y Soto en un Consejo de Caja Segovia
Dada la dimensión de esos escándalos, la Justicia ha ido tomando cartas en el asunto y hoy buena parte de los antiguos responsables de esas Cajas están imputados por un rosario de presuntos delitos. Exasperantemente lenta va la maquinaria judicial, si es que va, para esclarecer las no menos escandalosas circunstancias que han concurrido en Caja Segovia, desde las multimillonarias indemnizaciones a sus antiguos directivos
-en especial la estratosférica de su ex director general, Manuel Escribano- a la turbia gestión de la sociedad “Segovia 21” o al fiasco inmobiliario que mantiene hipotecado el patrimonio más significativo de la residual obra social.

 El último escándalo que ha saltado a la luz, el de las dietas de cobradas en Caja Navarra por la presidenta de la comunidad, Yolanda Barcina, y otros políticos navarros, resulta especialmente revelador. Por primera vez se ha admitido abiertamente que dichas dietas no respondían a ningún tipo de prestación, sino que se percibían en concepto de “complemento salarial” asociado al cargo político. Para ello se inventaron en 2010 una Junta de Entidades Fundadoras, cuya permanente, constituida por Barcina, su antecesor, Miguel Sanz, y el consejero de Economía, Alvaro Miranda, mantenía varias reuniones sin ningún contenido a lo largo de una misma mañana, percibiendo así varias dietas en una sola jornada. Por este procedimiento la presidenta navarra se levantó un “sobresueldo” de 68.500 euros que, una vez destapado el pastel, se ha comprometido a devolver.

J. Fermoso, ex presidente de Caja Duero, y J. Lanzarote
 El “modus operandi” seguido en Caja Navarra para duplicar, triplicar o cuadriplicar dietas en un mismo día no es desconocido en Castilla y León. En este serial ya nos hicimos eco del caso del ex alcalde de Salamanca y ex consejero de Caja Duero, Julián Lanzarote, quien en un solo día se apuntó cuatro dietas de 480 euros cada una (en total 1.920 euros ) por asistir a otras tantas reuniones de de órganos de la entidad. Y en Caja España ha sido práctica muy frecuente convocar en una misma mañana o en una misma tarde dos reuniones del Consejo de Administración con el fín de devengar dos dietas en una sola jornada.

En torno a las dietas de los consejeros de las Cajas siempre ha habido mucha opacidad y en ocasiones se ha intentado despistar filtrando datos incompletos que no incluían lo cobrado a través de empresas y sociedades participadas. A comienzos de 2012 el Banco de España pidió a los consejeros de Caja España-Caja Duero que hicieran públicas las cantidades percibidas en 2011 y solo la mitad, 17 de los 34, accedieron a esa petición. De esa información parcial resultó el que consejero que más percibió en dietas fue José F. Martin (45.570 euros) y el que menos Agustín Prieto (11.520). Entre los 17 consejeros que, acogiéndose a la ley de Protección de Datos, no hicieron públicas sus percepciones figura el propio presidente de la Caja fusionada, Evaristo del Canto.

 Para empezar Del Canto no debería haber percibido dieta alguna, ya que se trata de un presidente ejecutivo con sueldo y plena dedicación al cargo. A su llegada a la presidencia, octubre de 2010, el Consejo de Administración fijó su retribución en unos 350.000 euros anuales. Y en esa cifra, o poco más, pensábamos que se había mantenido su remuneración, máxime el galopante deterioro financiero sufrido por la antigua Caja, reconvertida después en el Banco CEISS. 

José Mª de la Vega, director general, y Evaristo del Canto
Pero la ruinosa situación del CEISS (desfase patrimonial de 288 millones, fuga de 4.500 millones de depósitos  hacia otras entidades y pérdidas en 2012 estimadas en cerca de 2.500 millones de euros) no ha sido óbice ni cortapisa para que sus directivos se hayan incrementado el sueldo, en algunos casos de forma espectacular.
Según consta en un reciente informe enviado por el Banco de España al Congreso de los Diputados, Evaristo del Canto y otros dos directivos del banco han percibido en 2012 retribuciones que oscilan entre 500.00 y 600.000 euros anuales, tope este último fijado por para las entidades participadas por el FROB. O sea, que mientras la entidad terminaba de arruinarse, su presidente y dos de sus adláteres se incrementaban el salario en más de un 60 por ciento.

 También se ha sabido que cinco directivos del CEIIS mantienen contratos con blindajes por encima de la norma que limita las indemnizaciones por despido a un máximo de dos años de sueldo. El Banco de España ha requerido al CEISS para que adapte a la normativa vigente tanto los contratos como las retribuciones de los directivos, que, tras el rescate europeo de la entidad, no podrán exceder ya de 300.000 euros, tope salarial de los consejeros y directivos de las entidades plenamente intervenidas. Todo esto a expensas de la operación de ingeniería financiera planteada con Unicaja, cuyo retraso tiene de los nervios tanto a los directivos de banco como a sus mentores políticos, especialmente al presidente Herrera y al consejero Villanueva. Por muy famélica que esté la vaca, hay quien no está dispuesto a dejar de succionar de sus ubres.