jueves, 20 de junio de 2013

Apalancados


  Ya he comentado en alguna ocasión el injusto sambenito que durante mucho tiempo arrastró Rodolfo Martín Villa como prototipo de político incombustible que no se había bajado del coche oficial desde su juventud, en la que encontró su primer cargo como Jefe Nacional del SEU, el sindicato universitario del franquismo. Ese estreno en una poltrona pública se produjo en 1962 y sin embargo en 1987 se retiró temporalmente de la política, precisamente a raíz de renunciar en el último momento a ser el candidato del Partido Demócrata Popular (PDP) a la presidencia de la Junta de Castilla y León en las elecciones autonómicas de aquel año.


Rodolfo Martín Villa
 Tras aquella espantada, que facilitó la victoria de José María Áznar, el leonés de Santa María del Páramo se retiró por un tiempo a la empresa privada, conservando como único vestigio de su dilatado paso por el poder una discreta escolta policial (entre las carteras ministeriales ocupadas en la etapa de UCD había estado la de Interior). Doy fe de ello porque en la primavera de 1988, con motivo del quinto aniversario del Estatuto de Castilla y León, tuve ocasión de entrevistarle en su despacho de presidente de Cellophane Española, en el madrileño Paseo de Rosales. “¿Qué tal lo está haciendo este José María Aznar como presidente de la Junta?”, recuerdo que me preguntó.

Golpes de efectos aparte, como la retirada de las “visas” a los consejeros y la reducción inicial del organigrama de la Junta, Aznar andaba entonces haciéndole la cama a Antonio Hernández Mancha y cultivando sus relaciones con los comunicadores más relevantes y otros creadores de opinión en el foro madrileño. (Hace poco algún continuo descubridor del Mediterráneo se ha enterado de, que antes de que Clavero Arévalo anunciara el “café para todos”, Martín Villa barajó la posibilidad de aplicar en territorios como Castilla y León el sucedáneo consistente en una Mancomunidad de Diputaciones).

 Aunque solo dos años después, en 1989, fue repescado por Aznar como diputado por Madrid y en 1997 pasó a presidir la privatizada Endesa, el hecho es que lo que ahora se llama pisar moqueta oficial Martín Villa lo hizo ininterrumpidamente solo 25 años (1962-1987). Y digo “solo” porque a estas alturas, la nómina de políticos que han superado el cuarto de siglo en activo es amplísima.

León de la Riva y Ruíz Medrano
El caso de mayor longevidad en un mismo cargo es el de Alfonso Guerra, diputado en todas las legislaturas desde 1977 -va para 36 años-, quién todavía anda sopesando si se presentará a las siguientes elecciones. Los mismos años de “servicio” acumula el burgalés Juan José Laborda, quién después de 31 años en el Senado, en 2008 dejó el escaño y pasó a ocupar plaza en el Consejo de Estado. Aparte de Laborda, en Castilla y León hay una quincena de políticos en activo que lleva mas de 25 años desempeñando ininterrumpidamente cargos públicos y otra media docena que supera ya los 30.

  La mayoría han ido saltando de un cargo a otro y ello hace que su longevidad pase más inadvertida, como son los casos de Jesús Posada (1979), Juan José Lucas (1980) o Juan Carlos Aparicio (1983). El record de permanencia en un mismo escaño parlamentario lo ostentan el socialista Jesús Caldera, diputado por Salamanca desde 1982, y Miguel Angel Cortés, diputado del PP por Valladolid desde 1989 (en política desde 1983). A continuación de ellos se sitúa Javier León de la Riva, próximo a cumplir 18 años en la alcaldía de Valladolid, a la que llegó tras una carrera iniciada en 1987 como consejero de Cultura y Bienestar Social en el gobierno de José María Aznar. A su provecta edad, 67 años cumplidos, León de la Riva ha declarado que no aceptaría otro cargo que el de ser ministro, posibilidad afortunadamente harto improbable.

 El de León de la Riva es un caso atípico. Como corresponde a un personaje sin parangón. Como he apuntado antes, lo normal es ir mudándose de cargo para que la cosa se note menos. Se cambia de  responsabilidad y es como si el contador se pusiera a cero. Ahí tenemos el ejemplo del Delegado del Gobierno en Castilla y León, Ramiro Ruiz Medrano, quién nadie diría que ha dejado a sus espaldas 17 años al frente la Diputación de Valladolid, a cuya presidencia llegó por cierto gracias a una moción de censura apoyada por un diputado trásfuga del CDS.

Juan Vicente Herrera
 Y a punto de cumplir 18 años ininterrumpidos como consejero de la Junta -seis a las órdenes de Juan José Lucas y el resto con Juan Vicente Herrera- está Tomás Villanueva, record absoluto de permanencia en el gobierno de Castilla y León y posiblemente en todo el Estado de las Autonomías.

Tras doce años de "herrerato" y a falta de otros dos para agotar su actual mandato, más de uno considera que el actual gobierno autonómico presenta claros síntomas de cansancio político, que en determinadas consejerías llega al absoluto agotamiento. Tras el próximo debate sobre el estado de la comunidad, sería el momento oportuno para soltar lastre y proceder al menos a cierto lavado de cara. Pero vista la trayectoria de Herrera y su conocida alergia a las remodelaciones de gobierno, creo que nada mas lejos de su intención que la incurrír en semejante audacia.