jueves, 16 de enero de 2014

La deriva autodestructiva del PSCL-PSOE

Habría que remontarse más de 30 años y situarse en el proceso de descomposición de Unión de Centro Democrático para encontrar un caso de autodestrucción política como el que está protagonizando el Partido Socialista de Castilla y León. La guerra fratícida en la que ha degenerado la bicefalia que encarnan el secretario autonómico, Julio Villarrubia, y el portavoz en las Cortes y número tres en Ferraz, Óscar López, no solo no remite, sino que registra permanentemente nuevas escaramuzas cada vez más cruentas.

 El primer partido que gobernó Castilla y León y el que debería nuclear una alternativa a la derecha que tomó el testigo hace casi 27 años, se encuentra hoy en la peor situación de las posibles y, pese al fuerte desgaste del PP, más alejado que nunca de protagonizar esa deseable alternancia.
 Al problema de credibilidad arrastrado por el conjunto del PSOE, eso que ahora llaman la marca, los socialistas de la comunidad se han empeñado en sumar el de esa guerra sin cuartel en la que se están desangrando. Una contienda ajena a cualquier discrepancia ideológica, sustentada en meras ambiciones de poder, trufada de filias y fobias personales y aderezada con mezquindades varias y cainismo, mucho cainismo.


Óscar López y Julio Villarrubia
Hace unos meses comentábamos aquí las nefastas consecuencias de esa división, que empezaba en la propia comisión ejecutiva autonómica, seguía en el grupo parlamentario de las Cortes y se proyectaba en mayor o menor medida en las nueve provincias, donde eran perceptibles los alineamientos en apoyo de López (los más) o de Villarrubia (los menos). Para regocijo del PP, el cisma socialista se había ido agudizando con ocasión de los dos principales pactos firmados con la Junta. Primero el “pacto de la Coronita”, suscrito en octubre de 2012 por Villarrubia sin consultar a López, y luego el de la “ordenación del territorio”, firmado en junio de 2013 por el segundo sin la anuencia del primero. Y entre ambos pactos, el borrascoso episodio de la moción de censura de Ponferrada, motivo de otra tormentosa reunión de la ejecutiva autonómica.

 En el ámbito provincial, pensábamos que la guerra abierta en León, con el secretario provincial, Tino Rodriguez, a mamporro limpio con el sector crítico, difícilmente podía tener parangón. Un bronco enfrentamiento que llevó a los críticos -mayoritarios en la agrupación de la capital, la mas numerosa de la comunidad- a convocar una “jornada de reflexión y debate” el mismo día que se celebraba la Conferencia Socialista en Madrid. Convocatoria precedida de un manifiesto en el que se acusaba a los responsables orgánicos del partido en León de no haber rendido cuentas del desastre electoral de 2011 y de “moverse en una continua opacidad mediante una dirección autoritaria y oligárquica”.


Pedro J. Muñoz (izq.) y Óscar López juntos en Ávila
Nadie pensaba que en Valladolid, donde la guerra se mantenía soterrada, súbitamente estallaran las hostilidades de la forma que lo hicieron el pasado  noviembre cuando el presidente del grupo municipal socialista, Óscar Puente, solicitó públicamente la dimisión del concejal Juan José Zancada, a la sazón portavoz en la Diputación y secretario de Política Munícipal de la ejecutiva autonómica del partido.
Una bronca por todo lo alto que sacó a la luz de forma abrupta el cisma existente entre los afines a López, mayoritarios en la ejecutiva provincial, y los leales a Villarrubia, encabezados por Zancada. El mismísimo Alfredo Pérez Rubalcaba hubo de intervenir para sofocar el incendio, que sin embargo ha tenido hace poco una secuela en la discrepancia pública mantenida entre las ejecutivas provincial y autonómica respecto a la presentación de mociones municipales contra la Ley Montoro.

 Pero en ningún sitio se había consumado el cisma como esta misma semana en Ávila, donde han dimitido en bloque 20 de los 40 miembros de la ejecutiva provincial encabezada por Tomás Blanco. Al frente de los dimisionarios el presidente provincial del partido y diputado del Congreso Pedro J. Muñoz, número dos de López en la anterior ejecutiva autonómica y actual colaborador suyo en la secretaría federal de Organización, la misma que ha decidido disolver la provincial para nombrar en su lugar a una comisión gestora.
El detonante del conflicto vuelve a ser la división entre los partidarios de Villarrubia, encabezados por el secretario provincial, y los afines a López, en Ávila comandados por Muñoz. Así lo ha reconocido abiertamente Blanco, que incluso ha acusado al otro sector de haber intentado vetar la presencia de Villarrubia en la reunión de la ejecutiva provincial celebrada el pasado dos de enero.

Julio Villarrubia y Tomás Blanco
 Este es el panorama con el que llega el PSOE de Castilla y León al Comité Federal del partido que el próximo sábado aprobará el calendario y el reglamento para elegir mediante primarias a los candidatos socialistas a las elecciones municipales y autonómicas y a la presidencia del Gobierno. Un calendario sobre el que, para variar, también discrepan los dos sectores en pugna en Castilla y León.

Habida cuenta de que su contrincante es el actual secretario federal de Organización, Villarrubia preferiría que se eligiera al candidato a las generales antes que los candidatos municipales y autonómicos, postura que comparten la secretaria provincial de Palencia, Miriam Andrés, y el abulense Blanco. Por el contrario, los secretarios mas afines a López, como el leonés Rodriguez, el vallisoletano Izquierdo, el zamorano Plaza o el segoviano Gordo, consideran más lógico que el calendario de las primarias se atenga al orden temporal de las propias convocatorias electorales.

 En todo caso, sigan el orden que sigan, las primarias socialistas no se celebraran hasta el segundo semestre de 2014. Y si antes no ponen fin a su escalada autodestructiva, los socialistas de Castilla y León llegarán a ellas convertidos en auténticos guiñapos.