lunes, 3 de febrero de 2014

Mucho ruido y nada en limpio

 La pasada Convención del PP ha constatado la brecha abierta entre la España oficial y la España real, cada vez mas distanciadas a causa del sectarismo de un partido que abusa de su mayoría parlamentaria para imponer sus designios a la mayoría social. Aunque solo fuera por hacer de la necesidad virtud, el cónclave de Valladolid podía haber sido utilizado por el PP para pedir disculpas por los flagrantes incumplimientos de su programa electoral. Y por supuesto para pedir perdón por el caso Bárcenas y demás escándalos conexos sobre la más que presunta financiación irregular del partido. En absoluto.


Mariano Rajoy en el auditorio "Miguel Delibes"
Ni disculpas, ni perdón, ni la menor autocrítica. Ni Mariano ni Rajoy tienen nada de qué disculparse. Reconocen que se han visto obligado a incumplir su programa electoral, que han hecho casi todo lo contrario de lo que habían prometido, pero la culpa de ello recae en la herencia recibida de Zapatero.
Dos años y dos meses después de llegar a La Moncloa, esa herencia recibida sigue siendo la gran coartada bajo la que se han esquilmado derechos sociales y laborales, se ha socavado el Estado del Bienestar Social y se ha incrementado el paro hasta cerca de seis millones de españoles, muchos de ellos sin otro horizonte que la pobreza o la exclusión social.

 Y ha quedado claro que no piensan privarse de seguir utilizando su mayoría parlamentaria a su conveniencia ideológica. “Ningún grito, ningún insulto, ninguna descalificación me hará abdicar del compromiso de cumplir el programa electoral y regular el derecho de las mujeres embazadas y de los no nacidos”, decía Alberto Ruíz Gallardón, resistiéndose a reconocer el mayoritario rechazo social que suscita la retrógrada reforma sobre el aborto que lleva su nombre. Si dicha reforma finalmente encalla, no será porque Gallardón sea sensible a esa mayoría social que la rechaza, sino porque el PP tenga que plegar velas para no correr con su alto coste electoral.

El ruido ha rodeado la convención de Valladolid. El ruido previo de la ausencia de Aznar y Mayor Oreja, el ruido paralelo de la calle manifestándose contra esas políticas antisociales y el ruido de muchas horas de discursos y debates ombliguistas en el Miguel Delibes que no han aportado una sola novedad. La bajada de impuestos a partir de 2015 estaba anunciada desde hace meses y en Valladolid ni siquiera se han concretado sus líneas maestras.
El consejero Villanueva y el ministro Soria

Un aldeanismo ridículo.- Desde el punto de vista de la relación bilateral entre la Junta de Castilla y León y el gobierno Rajoy, se había vendido la expectativa de que la convención iba a servír para desentrañar entuertos entre ambas administraciones. Algo así como que los consejeros iban a aprovechar los pasillos del Miguel Delibes para coger por banda a los correspondientes ministros y leerles la cartilla. Un planteamiento ridículo y aldeano que no conducía a ningún sitio. Y así ha sido: la Junta no ha sacado nada en limpio.
Los desencuentros y contenciosos entre gobiernos no se resuelven en los pasillos de ninguna convención de partido, sino a través de los cauces institucionales o, en su caso, en los Tribunales. Lo del copago farmacéutico de Ana Mato ya está en ellos, como probablemente no tarde en estarlo otro recurso similar contra la norma del ibérico de Arias Cañete. Y lo del ministro Soria y la minería, a estas alturas es simplemente un caso perdido.

 El único asunto de interés para Castilla y León que podía haberse encauzado en Valladolid es el referente al nuevo modelo de financiación autonómica. La presencia de todos los barones territoriales propiciaba el intento de aproximación en torno a un problema que suscita posturas irreconciliables en el seno del PP. Sin embargo, precisamente por saber que se trata de una cuestión envenenada, se ha tenido buen cuidado de eludirla en aras de no poner en riesgo la imagen de unidad y cierre de filas perseguida con esta convención. Así que se decidió correr un estúpido velo y del asunto ni se habló en el almuerzo que el sábado compartió Rajoy con los barones. 
Montoro con Herrera en presencia de León de la Riva
Esa misma mañana, Juan Vicente Herrera no ocultaba el chasco y su mosqueo con Montoro ante el adelanto de las “cuentas públicas regionalizadas” publicado por “El País”. Dichas “cuentas”, encargadas por el ministerio de Hacienda a modo de sucedáneo de las “balanzas fiscales”, señalan a Castilla y León como una de las comunidades autónomas que se encuentran “sobrefinanciadas”. Todo un jarro de agua fría para la Junta, que suspira por un nuevo modelo que incremente los recursos asignados a Castilla y León. Pretendemos ir por lana y podemos salir trasquilados. Avisados estamos.

Herrera y el triple escenario de su sucesión.- La gran incógnita que ha dejado la convención del PP es la de saber si durante la misma Rajoy y Herrera han hablado sobre el futuro político del segundo. Esto es, si el actual presidente de la Junta se mantiene firme en su decisión de no presentarse a la reelección, o si finalmente ha dado marcha atrás y se resigna a volver a encabezar el cartel en las autonómicas de 2015. Las últimas semanas han sido un hervidero de rumores. En medio de ellos ha llamado la atención el paso atrás de uno los presuntos aspirantes, el Delegado del Gobierno, Ramiro Ruíz Medrano, quién se ha autodescartado con una rotundidad que hasta ahora no había mostrado.

De los tres escenarios posibles, cada vez se antoja mas improbable el de que Herrera agote su actual mandato y se retire dejando paso a un nuevo candidato. Electoralmente, es el más arriesgado. La segunda opción sería que se fuera antes, esta primavera, cediendo el testigo al sucesor a un año de las elecciones, como va a hacer en Murcia  Ramón Luis Válcarcel. Y la tercera es que el actual presidente vuelva a presentarse en 2015 con la idea de renunciar después, más pronto que tarde, para dejar paso por fín al sucesor. Sospecho que Herrera y Rajoy ya han tomado la decisión y que no tardaremos en conocerla.