lunes, 14 de abril de 2014

Pasión por Arias Cañete

  A poco más de un mes de la cita con las urnas, si se analiza como se ha venido tomando Mariano Rajoy las próximas elecciones europeas, se diría que el líder del PP se ha planteado estos comicios como un mal inevitable, como un mal trago marcado en el calendario que, ya que no queda más remedio que superar, conviene convertirlo en un trámite a solventar con la menor repercusión posible.


Arias Cañete aplaudido por Rajoy
 Dentro de esa estrategia encaja el desconcertante retraso en designar a Miguel Arias Cañete, que era el hombre ungido por el dedo presidencial incluso antes de que Jaime Mayor Oreja captara el mensaje y desalojara  el cartel. Esa falta de candidato ha provocado una precampaña de baja intensidad en la que la socialista Elena Valenciano se ha tirado dos meses sin poder lanzar sus dardos a ningún destinatario concreto. El inefable Carlos Floriano, que se explica como un libro abierto, dijo que así Valenciano “no tenía a nadie a quien insultar”. No dijo que tampoco tenía con quien debatir, o al menos con quien contrastar sus propuestas electorales.

 Y en esa deliberada estrategia de una campaña de perfil bajo que no estimule la participación se inscribe el sorprendente continuismo del resto de la candidatura europea del PP. Nada menos que 20 de los 23 actuales eurodiputados del PP repiten en una lista de la que solo se caen Mayor Oreja, Vidal-Quadras (ahora cabeza de lista de Vox) y Carmen Fraga, la hija del fundador del partido, que llevaba emboscada ahí desde 1994. Todos los demás siguen tal cual, incluido el abulense Agustín Diaz de Mera.

 El Parlamento Europeo arrastra el estigma de ser utilizado por los aparatos de los principales partidos, PP y PSOE, para proporcionar un retiro dorado a dirigentes o ex ministros desubicados de la política nacional. Dada la contribución de ello al descrédito de la clase política, había curiosidad por ver en qué medida se corregía dicha instrumentación partidista. Y por lo que se refiere al PP, no se ha corregido en absoluto. Es mas: Al margen de Arias Cañete, las otras dos novedades de la lista resultan ser Esteban González Pons, un político al que Rajoy no quiere tener cerca, y Ramón Luis Válcarcel, quien, tras 19 años presidiendo la comunidad de Murcia, se jubilará de la política como eurodiputado.

Agustín Diaz de Mera
Ambos se añaden a los Luis de Grandes, Pilar del Castillo, Carlos Iturgaiz o Gabriel Mato, el hermanísimo de la ministra de Sanidad. O sea, que el PP ha hecho lo de siempre sin cortarse un pelo. (En el PSOE, que ha sustraido la lista europea de su proceso de primarias, se ha notado cierta voluntad de soltar lastre, pero al final ha sucumbido a la componenda de incluir a José Blanco, cuya sola presencia ha empañado ese esfuerzo).

 El mal trago referido al principio no es otro que el 25 de mayo refleje en las urnas el retroceso electoral del PP que auguran todas las encuestas, consecuencia del cabreo de una buena parte de sus votantes con las políticas aplicadas por el gobierno Rajoy (lo del resto de los votantes no es cabreo, sino indignación). Las elecciones europeas, en las que no está en juego el gobierno de la nación, se prestan como ningunas otras a este tipo de voto de castigo. Para Zapatero las de 2009 fueron el preludio de la posterior debacle electoral de 2011. Para Rajoy una derrota el 25 de mayo probablemente no significaría el principio del fín, pero sí un claro punto de inflexión. Se estaría constatando que la mayoría absoluta de la que dispone, y con la que ha venido gobernando, está lejos de responder a una mayoría social con la que por otra parte no ha llegado nunca a contar.

 Miguel Arriola, el gurú demoscópico de cabecera, ha diagnosticado que en esta coyuntura al PP no le conviene una alta participación electoral. Cuanto menos votantes acudan a las urnas, más minimizados quedarán los daños que teme el partido. De ahí la estrategia seguida de demorar el candidato, modificar lo menos posible la lista y plantear una campaña plana que no suscite pasiones que terminen favoreciendo ese voto de castigo.

J.A. de Santiago-Juárez y Juan Vicente Herrera
 Y hablando de pasiones hay que pellizcarse ante la mostrada por el Portavoz de la Junta, José Antonio deSantiago-Juárez, al conocer la candidatura de Arias Cañete. “Es una magnifica noticia. Conoce el sector la industria agroalimentaria y siempre ha defendido bien los intereses de Castilla y León”, ha dicho de un tirón sin sonrojarse lo más mínimo. Oír para creer.

 Parece ser que este Cañete no es el que ha dictado la norma sobre el ibérico que ha recurrido la consejería de Agricultura. No es tampoco el moroso que se resistía a aflojar los fondos comprometidos con el Desarrollo Rural. Ni el que hecho caso omiso al consenso de comunidad alcanzado en Castilla y León sobre la reforma de la PAC. Y menos aun el que, en contra el deseo de Juan Vicente Herrera, nombró al ex consejero José Valín presidente de la Confederación Hidrográfica del Duero.

Esa idea de que el todavía ministro de Agricultura había sido una especie de “bestia negra” para el gobierno Herrera era toda una leyenda urbana. Resulta que teníamos en él un gran defensor de los intereses de Castilla y León y le estábamos acusando injustamente de todo lo contrario. Menos mal que, una vez más, De Santiago-Juárez, quién si no, ha acudido raudo a poner las cosas en su sitio…

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