jueves, 22 de mayo de 2014

El circo electoral agota las últimas funciones

Cinco días y sus respectivas noches ha tardado Arias Cañete en pedir disculpas -de bastante mala gana- por su clamorosa metedura de pata tras el debate electoral con Elena Valenciano. Tratándose de alguien con tan alto coeficiente intelectual, es evidente que ha tardado demasiado en enmendar el error. Y que el retraso denota que la rectificación se ha producido completamente a la rastra y quizá no tanto por paliar el posible daño electoral del episodio como el lastre que pudiera suponer el mismo de cara a sus aspiraciones de ser nombrado comisario europeo.


Soraya Saénz de Santamaría, de campaña en Valladolid
Más allá del resultado electoral del domingo, el desvarío de Cañete había tenido gran resonancia en Europa, donde no se entendía ni su peculiar concepto de la igualdad de géneros y menos aún su cerrazón a pedir disculpas. Y todo indica que ha sido el temor a un posible veto europeo a su nombramiento el que ha motivado sus tardías y forzadas disculpas. Hace al caso recordar que la designación de los comisarios está sujeta al requisito de superar un examen previo realizado por el Parlamento Europeo. “Seria muy triste que el cansancio de una mañana condicionara su gran carrera política”, declaraba el otro día en Bruselas su propia sucesora, Isabel García Tejerina, dando pábulo así a dicho temor.

 Al intentar salvar sus muebles, Cañete ha dejado en evidencia a toda la tropa del PP que durante esos cinco días se ha afanado en justificar sus desdichadas palabras con argumentos de lo mas peregrino y sin exigirle nunca que pidiera disculpas. Y ahora salen esos mismos a toro pasado afirmando que dichas disculpas eran “oportunas” y hasta “muy necesarias”, como dijo ayer el ínclito Agustín Diaz de Mera, esa lumbrera política que ocupa la cuota del PP de Castilla y León en la candidatura europea.

 Afortunadamente, el circo electoral de estos comicios agota sus últimas funciones. Esa campaña anodina y tediosa, que discurría ente la indiferencia general de la inmensa mayoría de los ciudadanos, ha terminado degenerando en el guirigay y pandemónium de costumbre. Todo a raíz del episodio Cañete, a partir del cual ha regresado la espiral de “vale todo” y del “y tú más” de siempre. Ya se sabe que la cabra por naturaleza tira al monte y así ha vuelto a suceder.

Valls, primer ministro francés, con Valenciano en Barcelona
 Tengo mis dudas sobre si este calentón político de los últimos días se traducirá en una participación electoral  mayor de la prevista. También podría ocurrir lo contrario y que haya ciudadanos que, teniendo previsto votar, acaben desertando de las urnas hastiados ante tanta impostura y sobreactuación. En cualquier caso, sería un milagro que la abstención bajara del 55 por ciento.

 Queda por ver si lo de Cañete tiene algún coste electoral para el PP. Si, pese a su deplorable campaña electoral, al final logra la victoria pírrica que le atribuían casi todas las encuestas, nadie reprochará nada al candidato. Pero como esa victoria se decante del lado socialista -hipótesis no descartable, dado que algunos sondeos estaban muy próximos al empate técnico-, el ex ministro de Agricultura se convertiría automáticamente el chivo expiatorio de la derrota. Ello además de quedar más que tocado en su sueño de ser comisario europeo.

 El episodio ha embarrado la campaña al punto de que el PP no ha dudado en utilizar los tentáculos del gobierno Rajoy para forzar el cese de Magdalena Álvarez, la ex ministra socialista que ocupa la vicepresidencia del Banco Europeo de Inversiones (BEI). Desde que la Audiencia Provincial de Sevilla ratificó su imputación en “caso de los ERE", el gobierno se había limitado a sugerir, de forma muy diplomática, su posible dimisión, sin solicitarla ni plantear ninguna iniciativa al respecto. Y ha sido estallar lo de Cañete y la representante española en el Consejo de Administración del BEI ha iniciado los movimientos para desalojar a “Maleni”, quien, en lugar de haber dimitido desde el minuto uno de su imputación, se ha aferrado al cargo creyendo que las instituciones europeas funcionan como un cortijo andaluz.


Herrera, de mitin en Benavente
Por lo demás, dejando a un lado el parón provocado por el asesinato de Isabel Carrasco, esta campaña electoral apenas ha cobrado vuelo en Castilla y León. Los principales reclamos electorales han pasado por aquí con mas pena con gloria y todos los partidos se las han visto y deseado para reclutar un auditorio de fieles que casi nunca han llenado unos recintos de por sí mucho mas reducidos de lo habitual. 

 Aquella arenga de Juan Vicente Herrera en la convención del PP celebrada a mediados de marzo en Palencia, en la que instaba a los centenares de cargos públicos allí reunidos a afrontar estas elecciones con la misma intensidad que unas municipales, autonómicas o generales, no parece que haya surtido mucho efecto. “Se tomará nota de quien ha participado y ha estado a la altura de las circunstancias y de quien ha escurrido el bulto”, dijo aquel día el presidente.

No digo yo que Herrera debiera autoincluirse en la lista, pero es el primero que ha estado desdibujado, difuso e intermitente a lo largo de la campaña, en la que ni siquiera se ha pateado las nueve capitales de provincia. El entusiasmo que ha mostrado ante estas elecciones es perfectamente descriptible. En eso desde luego ha estado a tono con la inmensa mayoría de los ciudadanos.