jueves, 3 de julio de 2014

El pánico del PP ante las elecciones municipales

 Enmarcábamos el otro día aquí las futuras rebajas fiscales anunciadas a bombo y platillo por Cristóbal Montoro dentro de una estrategia electoralista con la que el PP intenta reconciliarse con el votante defraudado que le dio la espalda en las pasadas elecciones europeas. Es la medida estrella de una ofensiva más amplia basada en propuestas populistas que enmascaren el “expolio” social sufrido por el ciudadano a manos del gobierno de Mariano Rajoy. Hasta ahí la cosa obedece a una lógica política -la del mas puro electoralismo a corto plazo- que por otra parte tan poco es exclusiva del PP. Por ahí no nos vamos a rasgar las vestiduras.


Ana Botella y Mariano Rajoy
 Lo que ya resulta irritante es que Rajoy, que ha contemporizado y sigue contemporizando con toda la corrupción que rodea a su partido, se descuelgue ahora con una batería de propuestas de “regeneración democrática”. Y básicamente para intentar colar de matute una reforma electoral -la de que sea alcalde el candidato de la lista mas votada- orientada a favorecer descaradamente al PP. 
¿A cuento de qué viene ahora, 35 años después de las primeras elecciones municipales, cambiar el sistema de elección de los alcaldes? ¿Por qué no se planteó, si es que se consideraba pertinente, con ocasión de la reciente “reforma local”, la conocida como “Ley Montoro”?

 Ya decíamos el otro día que los resultados del 25 de mayo habían disparado las alarmas en el PP ante el temor de perder una importante cuota de poder territorial en las elecciones municipales y autonómicas de 2015. Por mucho que se recalque que los resultados de las elecciones europeas no son extrapolables,  nadie ignora la tendencia que han marcado: Declive del bipartidismo y fraccionamiento de la izquierda. Una tendencia que dejaría sin mayoría absoluta del PP en la mayor parte de los principales ayuntamientos que gobierna, en los que perdería el poder si al resto de las fuerzas les da por aliarse. Solución para evitarlo: reforma la ley para que sea alcalde el candidato de la lista más votada, que en la mayoría de los casos será la del PP debido al fraccionamiento antes apuntado. Así de descarado.

 Una medida que, lejos de “regenerar” la vida municipal, contribuiría a degradarla aún más, privando de derechos a las minorías y favoreciendo seguramente la reelección de determinados alcaldes que no son precisamente el mejor ejemplo de honorabilidad y comportamiento democrático. Digo yo que, si Mariano está por la “regeneración democrática”, bien podía empezar por apartar de los ayuntamientos a las decenas de alcaldes y concejales del PP imputados judicialmente en casos de corrupción, evitando así situaciones tan bochornosas como la que se ha producido recientemente en su Compostela natal.

De la Riva, en sus horas más bajas
 El pánico a perder poder municipal no escapa al feudo de Castilla y León, donde el PP tiene hoy por hoy muy difícil repetir las mayorías absolutas en varias de las capitales de provincia en las que gobierna (que son todas, excepto Segovia y Soria). A priori, únicamente estarían salvadas las alcaldías de Salamanca y Ávila. Las otras cinco capitales están en claro riesgo, comenzando por Valladolid, donde el PP sufrió toda una debacle en las pasadas elecciones europeas.

 El pésimo resultado en la ciudad del Pisuerga, unido al último y monumental escándalo que ha estallado en el consistorio -el caso de la trama organizada para adjudicarse los contratos del servicio de Mantenimiento- ha situado en el ojo del huracán a Javier León de la Riva. quien vive sus horas más bajas. Si ya era delicada su situación desde que la Justicia decidió sentarlo en el banquillo por desobedecer las resoluciones judiciales en el caso de los áticos del edificio en el que reside, los últimos acontecimientos le están colocando en una situación cada vez más insostenible. Pese a que recientemente se jactaba de que su deplorable comentario sobre Leire Pajín le había rendido réditos electorales, todo indica que la bula ciudadana hacia su figura ha llegado a un límite. Y en el PP, empiezan a plantearse, de momento "sotto voce", que León de la Riva puede haberse convertido en una firme apuesta perdedora. El problema que tienen con ello es peliagudo.

 Por razones muy diferentes, también se vislumbra problema con la candidatura en Zamora, donde Rosa Valdeón, tras ocho años de “destierro” municipal, no está precisamente por la labor de presentarse a un tercer mandato. A nadie se le oculta su deseo de volver a la primera línea política en Valladolid. Por el contrario, a los alcaldes de León y Palencia, que llegaron en 2011, no les queda mas remedio que intentar repetir, como seguramente lo hará, pese al conflicto de Gamonal, el burgalés Javier Lacalle.

 Aunque ninguno de los tres lo va a tener fácil,  Lacalle está seguro que, de perder la mayoría, la UPyD de Burgos en ningún caso va a participar en ninguna alianza de la izquierda. Pienso yo que ni en Burgos ni en ninguna otra capital -que será más de una- en la que pudiera darse esa combinación. Presumiblemente, el partido de Rosa Díez propiciará el gobierno municipal de la lista mas votada, lo que en ningún caso debe confundirse con esa pretensión del PP de proclamar directamente alcalde a quien la encabece. Que no es lo mismo, ni mucho menos. 

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