lunes, 5 de octubre de 2015

¿El gobierno Herrera, caballo de Troya contra el PP de Rajoy?

 Mientras “L’Osservatore herreriano”, el órgano oficioso del régimen, no se descuelgue cualquier día de estos ofreciéndonos la habitual versión interesada, nadie sabe de qué hablaron Mariano Rajoy y Juan Vicente Herrera durante los 20 minutos en los que compartieron vagón en el viaje inaugural del AVE entre Valladolid y Palencia (en la ciudad del Carrión se incorporó a la comitiva el alcalde, Alfonso Polanco, y a partir de ahí ya se sabe que tres -cuatro con la ministra Ana Pastor- son multitud). Me da a mí que la conversación no difirió mucho de esas que mantienen dos vecinos sin apenas relación que tienen el fastidio de coincidir en el ascensor: En efecto, lucía una mañana espléndida y el tren se deslizaba rauda y silenciosamente camino de la capital palentina.


  Desde aquellas explosivas declaraciones a Carlos Alsina en las que Herrera, tras recomendar a Rajoy que se mirara al espejo, amagó con pegar la espantada, la relación entre ambos presidentes ha sido fría y distante. Sobre todo después de que el gallego le dejara muy claro al burgalés que si quería dejar la Junta que lo hiciera, pero que se olvidara de nombrar sucesor -en ese caso sucesora-, ya que esa prerrogativa no le correspondía a él, sino a la dirección nacional del partido.+
Juan Vicente Herrra y Rosa Valdeón
Lo que vino después es  conocido: Herrera reculó, formó un nuevo gobierno con Rosa Valdeón como vicepresidente única (número dos tan solo en teoría), sin que las viejas rencillas entre ambos gobiernos hayan remitido. Ni siquiera a pesar de que, a diferencia de lo ocurrido en su día con el melifluo Ramiro Ruíz Medrano y el efímero Juan Carlos Suárez Quiñones, la vicepresidenta Soraya Sáez de Santamaría dejara en manos del presidente autonómico el nombramiento de la nueva Delegada del Gobierno, María José Salgueiro. De nada ha servido ese gesto: la guerra fría -y a veces no tan fría- es evidente.

 Se ha vuelto a comprobar en los últimos días con las nuevas andanadas lanzadas por la Junta a sus dos máximas bestias negras del gobierno Rajoy, los ministros de Industria, José Manuel Soria, y de Hacienda, Cristóbal Montoro. Mientras Rajoy, forzado por las circunstancias de estar inaugurando el AVE, anunciaba en León un difuso apoyo a la minería, lo cierto es que, siguiendo las instrucciones gubernamentales, el grupo popular del Senado se había pasado por el forro su compromiso de presentar la anunciada enmienda a los Presupuestos Generales del Estado para implantar el “céntimo verde” en apoyo del carbón nacional.

Nueva sal en la herida de la Junta, que, eso sí, no ha pedido ninguna responsabilidad a los 28 senadores del PP de Castilla y León, comenzando por los leoneses Luis Áznar y Silvia Franco, que han claudicado en su defensa de una iniciativa que contaba con las bendiciones del gobierno Herrera. Está claro que, justo en vísperas de que el aparato del partido confeccione las candidaturas a las generales de diciembre, ninguno de ellos quiere acabar como el tercer senador leonés electo en su día por el PP, Juan Morano, cuya indisciplina precisamente sobre el problema minero le costó su pase al grupo mixto y su inevitable jubilación política (que ya le tocaba, dicho sea de paso). Los 28 aludidos -entre los que se incluyen, para mayor escarnio, los dos senadores designados directamente por las Cortes de Castilla y León, Juan José Lucas y Mar Ángulo- tendrán no obstante que retratarse el día que se vote la enmienda presentada al respecto en el último momento por el grupo socialista de la Cámara, el mismo que dirige precisamente Óscar López, sobre el que resultaría ocioso por mi parte redundar en ningún calificativo.

José A. de Santiago-Juárez y Pilar del Olmo
 Paralelamente, y esta vez de forma un tanto sobreactuada, hemos visto como la consejera de Economía y Hacienda, Pilar del Olmo, arremetía contra Montoro ante la falta de respuesta del ministro acerca de si el pago de la paga extra adeudada a los empleados públicos computa o no a efectos del límite de déficit. Un límite de déficit que, con independencia de ese cómputo, la propia Del Olmo -que tanto ha presumido en el pasado de que Castilla y León ha sido una comunidad “cumplidora”- ha anunciado que la Junta va a incumplir. ¡Menos mal que según la susodicha consejera, a la que desde luego yo no recomendaría a nadie que le compre un coche de segunda mano, proclamó el pasado 31 de agosto en las Cortes que “la crisis se ha acabado en Castilla y León” (sic)!

 Ello para mayor inri, cuando su padrino político, el inefable consejero de la presidencia, José Antonio de Santiago Suárez, se ha descolgado en la Mesa de la Función Pública con la propuesta de devolver la paga extra en tres plazos, tan solo uno de los cuales sería antes de terminar el presente año. Una propuesta que constituye toda una provocación para los sindicatos  y que sorprende sobremanera en la actual coyuntura preelectoral. A no ser que el objetivo perseguido por “Los 3 Sudamericanos” (Herrera, De Santiago y Del Olmo) sea precisamente el de cabrear todavía más de lo que están a los cerca de 80.000 empleados públicos de la comunidad. A fin de cuentas, quien pagaría dicho cabreo en las urnas no sería la Junta, sino el gobierno Rajoy, o sea, el responsable, a juicio de Herrera, de que el PP de Castilla y León perdiera la mayoría absoluta en las elecciones autonómicas de mayo.

Cospedal, Rajoy y Martínez Maillo
¿Puede estar actuando el gobierno Herrera como caballo de Troya para que el PP pierda las próximas elecciones generales? La pregunta puede parecer descabellada, pero dentro del PP, aquí y en Madrid, no falta quien sospecha que dicho trío y sus adláteres no se llevarían el menor disgusto si  Rajoy sufre un batacazo que le obligue ceder el liderazgo del partido en el próximo congreso nacional, arrastrando consigo a María Dolores de Cospedal y por supuesto al actual vicesecretario nacional de Organización, el zamorano Fernando Martínez Maillo, cuyo nombramiento les produjo un ardor de estómago que no han superado ni tomando toneladas de Almax. 

El desalojo de Rajoy, Cospedal y Maillo resulta imprescindible para que Herrera pueda controlar el posterior congreso del PP de Castilla y León, a celebrar en primavera, manejando a su gusto su sucesión tanto en la presidencia autonómica del partido como en la de la propia Junta. En esa perspectiva se interpreta asimismo el posible relevo de determinados delegados territoriales de la Junta que, de producirse, podría levantar ampollas en las correspondientes direcciones provinciales del partido. La guerra interna en el PP está abierta de forma cada vez menos soterrada.

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